SI DOY MI IDENTIDAD A QUIEN NO DEBO, LAS CONSECUENCIAS PUEDEN SER MUY DOLOROSAS, EN ALGUNOS CASOS PUEDE SIGNIFICAR EL INICIO DE LAS PESADILLAS, DE ESAS QUE NO PARECEN QUE SE ACABEN NUNCA...
En los últimos meses nos estamos encontrando con un preocupante aumento de las consultas que recibimos en el despacho sobre robos de identidad de clientes y conocidos.
La realidad es que la digitalización de servicios bancarios y de medios de pago a supuesto una gran oportunidad para los amigos de lo ajeno, generando nuevos modus operendis para cometer delitos de los de siempre como son las estafas y fraudes.
Todos en un momento de descuido hemos bajado la guardia y hemos entregado una documentación o una información a un tercero que le presuponemos formalidad y garantía, pero que no hemos contrastado, ya sea en temas de comercio electrónico, la compraventa de vehículos o inmuebles o incluso la candidatura a algún puesto de trabajo.
Existen innumerables ocasiones en las cuales entregamos nuestra copia de DNI y el resto de los datos personales sin demasiadas o ninguna pregunta. Por suerte, en la mayoría de las ocasiones se tratan de operadores honestos y la aportación de documentación no tienen más trascendencia que el buen fin de la operación. Pero en alguna ocasión la cosa se puede complicar, especialmente si nuestros datos y nuestra documentación cae en manos de los profesiones de la suplantación.
En efecto, estos profesionales son especialistas en simular entornos digitales de operadores con garantías, haciéndose pasar por empresas reconocidas, por terceros identificados, etc. Todo ello con el fin de generar confianza y obtener aquello tan preciado que andan buscando: nuestra identidad.
Pero ¿para qué sirve mi identidad? ¿qué pueden hacer con ella? , históricamente hay un tipo de fraude muy conocido que consistía en solicitar créditos personales en base a un DNI robado o “distraído†, normalmente no solían ser créditos bancarios sino créditos al consumo tramitados por financieras, que históricamente no han sido tan puntillosas con la identificación de su cliente final como la banca, confiando en el gestor del crédito (normalmente el vendedor del bien comprado fraudulentamente) fuera diligente y comprobará que su cliente correspondía con la documentación aportada.
La realidad era que la pobre víctima recibía una notificación que estaba en una lista de morosos y tenia un montón de créditos pendientes por consumo de cosas que ni conocía ni había comprado.
En la actualidad, este tipo de fraude se sigue dando, pero corregido y aumentado con l irrupción del comercio electrónico, tanto B2C como B2B. Es decir, entre empresas y entre empresas y particulares. Por ejemplo, hemos detectado que algún comprador de una conocida web de venta de segunda mano solicita antes de realizar el pago que se le envíe copia del DNI del vendedor “como garantía†del dinero que va a ingresar...es evidente que se trata de una posible trampa ya que existen métodos más sencillos y seguros de garantizar el cobro en la misma aplicación.
En resumidas cuentas, nuestras recomendaciones para evitar este tipo de situaciones son: